Superar la veintena y volver a casa después de años de independencia es una situación difícil. Por eso nace ‘Lah Lah Land’, una peculiar micronación que afronta la adversidad con buena cara
Daniela Gilsanz vive en un piso compartido de dos dormitorios. Su habitación está adornada con el arte que ella misma creó cuando era más pequeña, y amueblada con un modesto armario, dos escritorios, una cómoda, baño propio y una litera sobre la que descansa un edredón de lunares.
Esta joven estadounidense nació y creció en el barrio de Manhattan, en Nueva York, pero voló del nido para estudiar diseño industrial en Rhode Island. Hace un mes, cuando se graduó, su vida dio otro giro de 180 grados: tiene 21 años y acaba de volver al piso de dos dormitorios. Cuando se asoma a la ventana ve la concurrida y lluviosa calle de La Gran Manzana que creía haber dejado atrás. Cuatro años después, su viejo compañero de piso sigue ahí: un madrileño que aún la ve como la niña que pintó aquellos dibujos que adornan las paredes. Su padre.